martes, 1 de noviembre de 2011

Especial Halloween I: El caso de Margarita de Lihory

Aprovechando que es Halloween, David González Caballero nos pidió colaborar en el blog con una terrorífica historia sobre el caso de Margarita de Lihory. Esta es la primera parte:

Siendo Halloween mi mente se vio obligada a escribir algo para honrar la noche de las brujas así que empecé a buscar en mis archivos de la biblioteca familiar y encontré un caso lo suficientemente interesante como para salir en Cuarto Milenio o, incluso, en “la Huella del crimen”, blog interesantísimo (aunque un poco macabro) en el cual trabaja una amiga mía. Al final me decidí por la segunda opción y aquí está. Os voy a hablar del caso de “la mano cortada”, todo un fenómeno en los años 50.

La marquesa de Villasante, Doña Margarita Ruíz de Lihory, aristócrata bella y educada en las mejores escuelas europeas, se convirtió en una espía del gobierno español durante la Guerra del Rif, aprendiendo allí numerosos rituales a los que el Vaticano no dudaría en tacharlos de blasfemos y paganos. Este gusto por lo oculto (muy de moda en la aristocracia de la época, gracias en parte al gran Alistair Crowley) la marcó para el resto de su vida. Se decía de ella que le aficionaban las vísceras y el sexo “mágico”, tal y como lo postulaba el propio Crowley.

Estuvo casada dos veces, teniendo numerosos hijos, uno de ellos, protagonista de esta historia, se llamaba Margot. En enero de 1954 Margot Shelly Ruiz de Lihory, que llevaba una vida sencilla y trabajaba en un organismo oficial de Albacete y vivía en un apartamento, enferma gravemente de una rara enfermedad que algunos diagnosticaron como una variante de leucemia. Y he aquí donde empieza este caso espeluznante y macabro donde los caminos de la investigación policial se confunden con los de la ufología.

En enero de 1954 Ante la gravedad de la enfermedad, su madre decide trasladar a Margot a Madrid, a la casa que la marquesa tenía en la Calle Princesa (Albacete). El día 19 de enero de 1954 Margot fallece. Después de ello, y en lugar de hacer lo “católico”, Margarita se encierra en su casa con su marido y el cadáver durante dos días, sin dejar verlo a nadie, ni siquiera a sus propios hermanos. Finalmente el cuerpo de Margot es enterrado el 21 o 22 de enero.

Luis, el hermano mayor de Margot, se presenta en Madrid ante la comisaría de policía para denunciar que su madre le "ha hecho algo horrible al cadáver de su hermana", además, considera que ha habido algo oscuro en la muerte. Sea como fuere, Luís consiguió convencerlos y un juez autorizó el registro de la casa, siendo dirigido por él en persona. Lo que encontraron allí descolocó totalmente al ente policial: toda la casa está llena de tarros con vísceras de animales, sangre y, aún más misterioso, en un armario encuentran la mano derecha de Margot en un frasco lleno de alcohol.


Inmediatamente son detenidos la marquesa y su marido y es ordenada la exhumación del cadáver. En la misma habitación donde había estado el cadáver, la policía había encontrado un cuchillo y una tabla de partir carne, las tijeras y las pinzas que su madre empleaba para diseccionar a animales muertos. El examen forense del cuerpo de Margot reveló que, además de la mano, le había sido amputada parte de la lengua, le habían cortado el vello púbico y le habían extraído los ojos.

¿Qué demonios pasó en la calle Princesa número 58 de Albacete? ¿Qué le hicieron sus padres al cadáver de Margot y por qué?  Si piensas, estimado lector, que esto ya es suficientemente macabro te recomiendo que esperes a la siguiente entrega de esta historia… ¡Feliz Halloween!

Así mataba El Sacamantecas de Vitoria


Juan Díaz de Garayo tenía un modus operandi muy claro: primero, esperaba escondido en el bosque a que apareciera una mujer cualquiera (aunque se decantaba más por prostitutas). Después, haciendo uso de su fuerza brutal y en contra de su voluntad, las llevaba en medio del bosque donde las estrangulaba hasta asegurarse de que estaban muertas. Para acabar, saciaba su apetito sexual manteniendo relaciones con el cadáver, nunca con la chica viva, abría en canal el cuerpo y lo vaciaba, convirtiendo la escena en un festival de sangre y masacre con el que se ganó el apodo de Sacamantecas.

Con este mismo modus operandi llegó a matar a 6 mujeres, la primera en 1870 y la última en 1879, como vemos con muchos años de diferencia. Cuanto más se defendía la víctima más se ensañaba con ella, más puñaladas asestaba y más empleaba su fuerza bruta. Después, huía a toda prisa. El sadismo de sus crímenes aumentó con el paso del tiempo, aunque él aseguraba que cometía los crímenes obligado por unos demonios que le hacían hacer todo eso, como veremos el jueves en su perfil psicológico.

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